En Florilandia, sin embargo, hacía ya algún
tiempo donde no solamente no se valoraban aquellas flores, sino que además, se
empezaban a ver cada vez con peores ojos.
Florilandia pensaba, hablaba, escuchaba y obraba para conseguir la más bella flor del mundo. Se pretendía desde allí imponer su paradigma a otros lugares del compartido mundo.
Eligieron una de las más bellas flores consideradas
en aquel paraje y empezaron a examinarla de arriba a abajo y de abajo a arriba.
Enseguida llegó la sentencia de los autoproclamados
expertos. Consideraron, sin ningún lugar a dudas, su modificación y retoque para
hacer de ella una flor espectacular: acentuando su color para que fuera más
llamativa; cortando un pétalo por aquí, alargando otro por allá; desodorizando
aquí, perfumando allá… Definitivamente, aquellas flores sólo necesitaban que
las estilizasen manos expertas para hacerlas más esbeltas, más atractivas. En
definitiva más valiosas.
Así mismo fue que las floristas obedecieron, sin
pestañear, este nuevo proceder. Desde abajo hasta arriba cortaban, añadían,
quitaban y ponían, según modas y tendencias, sus bellas flores. En menos de una
década eran tan raras como escasas las flores sin transformar. El empalago de
color, volumen, perfume llegó a tal punto que se empezó a evaluar, si acaso
tanto estruendo de intensidad no era superficial, vulgar y banal.
Y así, entre tendencias y contradicciones, las
floristas no sabían si al final su flor resultaría artificial, como una flor de plástico o
trivial por no enfatizar su belleza.
Ante el caos surgió una gran revelación: la flor
tenía que ser esbelta, bella y llamativa. Así tenía que ser, pero si para ello necesitaba intervención,...que no se notase.
Y de nuevo los expertos se pusieron manos a la
obra para llegar a una flor, que, sumando aquí y restando allá, tenía
curiosamente gran parecido a aquellas flores que crecían tan salvajes, libres y
bonitas siglos atrás.
Autora: Raquel Valdazo. Psicóloga
ámbito clínico. Colegiada M-22413.
La lectura me a parecidos muy interesantes y con gran sabiduría y si se piensa vien las cosa .
ResponderEliminarEs el reflejo de la vida misma. Si nos fijaramos veríamos mucho hermosura con esa flor