Aquella aldea era tan pequeña que tenía exactamente 14 habitantes. Cuando el forastero llegó todos le miraban con desconfianza. Probablemente aquel extraño no traería nada bueno.
El nuevo vecino se instaló con toda tranquilidad
en el lugar. Era muy respetuoso con todos ellos. A los pocos meses ya había
empezado a entablar amistades.
Contento en aquel nuevo lugar, el forastero quiso
obsequiar a los 14 habitantes a una comida, que consistiría en las diferentes
especialidades de los muchos lugares que había conocido.
Al llegar los invitados, se sentaron en sus mesas
y se pusieron a charlar. El anfitrión observó que cada uno de ellos sólo comía
del plato que tenía al lado y no se aventuraba a comer ningún otro. En el afán de que todos los comensales degustaran todos los deliciosos sabores, les sugirió que cada vez que
probaran un plato, el siguiente fuera distinto.
Según propuso esto, uno de ellos se levantó
airado hacia la salida argumentando al anfitrión:
-“No puedes obligarme a comer lo que tú quieras”
y, dicho eso, se marchó del convite.
Poco después se abría un pequeño debate, sobre si
probar necesariamente otro plato era o no era una imposición, un derecho, una
provocación, una cortesía o un desaire.
En poco tiempo, el incidente quedó como anécdota,
reinando una buena relación con todos los habitantes.
Estuvo el anfitrión poco más de un
año en aquella pequeña plaza. A su partida recordaba este suceso, reflexionando
cómo las personas con las que había sentido más cercanía, eran precisamente
quienes habían probado, de muy buena gana, todos los sabores que había
ofrecido.
Autora: Raquel Valdazo. Psicóloga
ámbito clínico. Colegiada M-22413.
gracias por el cuento. Es cierto que cuando te imponen algo es difícil aceptarlo. Las personas podemos cambiar esos hábitos aceptando el cambiar de pensamientos. Somos más si aceptamos mejor.
ResponderEliminarImponer no es lo mismo que sugerir, auncuando estoy de acuerdo con su afirmación- cuando imponen algo es dificil aceptarlo-. Saludos desde Alemania
EliminarEn la propuesta la autor;creo, - porque me gustaria - no tiene por objeto definir la existencia de una imposicion o sugerencia.Mas bien enfatiza en compartir, un resultado de amistad
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