Aburrido,
rutinario, tedioso y cansado. Nunca había sido tan fácil. En menos de una hora el diablo podía convencer a un empresario sobre las ventajas de despedir a gran
parte de su plantilla. Su trabajo había perdido la emoción pasada, donde cada
persona era un reto.
Si al
menos pudiera encontrar un alma pura, al
menos una, y pudiera convencerla de hacer un pequeño mal, apenas inapreciable… Si
al menos pudiera… Fue así como el diablo se puso a buscar, tuvo que buscar por los
rincones más recónditos del mundo y justo cuando creía que era del todo
imposible, la halló. Aunque Nadina llevaba con su compañero años, le quería igual que
el primer día. Le aceptaba tal y como como era. No le pidió ningún cambio. Si el diablo pudiera inducir a Nadina a un breve y pequeño desliz, casi
intrascendente, pero que fuera una semilla para mañana… Sólo con eso se
sentiría satisfecho, al menos, hasta la siguiente década.
El diablo,
disfrazado de vendedor ambulante llegó a la pequeña aldea de la estepa
patagónica, donde vivía Nadina. Mientras se divertía jugando con las necesidades y
creencias erróneas de los habitantes, observaba minuciosamente los deseos de
Nadina. Pronto tuvo el diablo su objetivo, tan sólo un viejo y feo jersey del compañero de Nadina, que ella aborrecía y su amante adoraba.
Un día, el diablo se metió en el sueño de Nadina, un sueño donde se
hacía realidad el más grande de sus deseos. En el sueño el diablo le explicaba que para
hacer realidad este deseo, sólo tenía que deshacerse del jersey, de ese viejo y
horrible jersey. Nadina estaba tan confusa la mañana siguiente que no estaba
segura de que hubiera sido un sueño o realidad. Cuando bajó al cuarto de la caldera, se encontró con el diablo y el jersey. El diablo, muy persuasivo le
explicó que era su oportunidad. Si quería hacer su sueño realidad, estaba en su
mano.
Al día
siguiente a Nadina le resultaba curioso que aquel jersey, que le seguía pareciendo
horroroso, ya no le molestara. No sabía muy bien el porqué,
pero no había aceptado tan generosa oferta,... ¿quizás no lo necesitaba?
El diablo
partió de la aldea avergonzado y abochornado. Necesitaba encontrar un alma
pura, al menos una. Lo necesitaba.
Autora: Raquel Valdazo. Psicóloga ámbito clínico. Colegiada
M-22413.
Efectivamente, es un dicho muy sabio. En lo general muchos podemos estar de acuerdo en que hacer, en lo general podemos tener claro que hacer, pero cuando hay que ir a lo concreto, a los detalles, la cosa se puede complicar mucho, en todos los ordenes de la vida.
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