De ninguna manera podría ser cualquier nombre. Su padre era físico, su madre abogada, un abuelo fue alcalde, su otro abuelo un renombrado doctor.
Luis… no.
Luis, Luisito, es un nombre para un niño, pero Don Luis no parece
suficiente. No.
Guillermo…
no. Guillermo es un buen nombre para un niño, pero Don Guillermo no es bastante.
No.
Pedro… no. Pedro,
Pedrito. No. Manuel… Manolito,… No.
Necesitaba
un nombre para un gran catedrático, para un gran ingeniero, para un gran
arquitecto. Necesitaba un nombre de persona importante. Y buscando encontraron el nombre perfecto.
Y así,
nació un niño sano, alegre y risueño. Bajo el orgullo de su futuro de sus
padres y abuelos. Pero por suerte o destino, la vida le otorgó poco tiempo.
Hoy aún se puede contemplar una bella lápida infantil, esculpida con graciosos adornos…
Autora: Raquel Valdazo. Psicóloga ámbito clínico. Colegiada M-22413
Hola Raquel, triste pero precioso. No sabía de esta gran aptitud tuya. Mientras tanto seguiré leyendo tus cuentos y dándole un poco "a la tecla".
ResponderEliminar!Enhorabuena!. Un abrazo. Alicia Milla
Hola Alicia. Qué alegría más grande tener noticias tuyas. Muchas gracias por el comentario, celebro que te haya gustado. Recibe un gran abrazo. Raquel
EliminarHola tengo 17 años y no puedo comprender si al niño le pusieron por nombre "perfecto" o cual es el punto de este cuento?
ResponderEliminarHola, no, no le pusieron el nombre "perfecto". El punto del cuento, de hecho, no es el nombre, podría haber sido cualquier nombre que a los padres les hubiera parecido "suficiente" para el hombre que "supuestamente" llegaría a ser. El punto del cuento es el hecho de que (desgraciadamente) se muriese de niño, después de todas las expectativas de quién llegaría a ser.
ResponderEliminarRecibe un afectuoso saludo, Raquel Valdazo